¿Cuánto tiempo pasamos buscando la respuesta correcta?, ¿en el trabajo?, ¿en nuestra vida personal?, ¿con nuestra pareja?, ¿con nuestros hijos? Buscamos la respuesta correcta como si tuviéramos que pasar un examen con nota.

Por el contrario, ¿cuánto tiempo pasamos pensando en la pregunta correcta? Las preguntas definen nuestra realidad, son de vital importancia y sin embargo, no perdemos el tiempo en ellas.

Os pongo un ejemplo que aclara lo que quiero decir. Si pensamos en la relación de pareja, una vez superado la fase inicial en la que todo es de color de rosa ¿cuáles son preguntas las que nos hacemos?

Seguro que os vienen varias a la cabeza. ¿Por qué se olvida de mi cumpleaños? ¿Por qué no es mas detallista? ¿Por qué no me escucha? Estas preguntas pueden servir de ejemplo.

¿Es qué, acaso, todo esta mal? No, claro que no. Pero las cosas que están bien no nos las preguntamos. ¿Es qué tu pareja no hace nada por ti? Sí, claro que hace, pero solo nos fijamos en lo que no hace.

Es perfectamente normal que nos fijemos en los que no funciona e intentemos mejorarlo, pero hay que recordar que esa no es la realidad completa. Si solo nos hacemos preguntas sobre lo que esta mal, solo prestaremos atención a lo que está mal y, si solo vemos lo que esta mal, ¡cómo no puede sorprender que haya tantas separaciones!

Nuestra experiencia del mundo viene definida por aquello a lo que prestamos atención. Por regla general, prestamos atención a lo que no funciona y eso crea nuestra realidad. Esto pasa a todos los niveles, en el trabajo, a nivel personal, como individuo o como sociedad.

Para cambiar nuestra percepción de la realidad, tenemos que ser capaces de ver lo que funciona y construir desde allí. Tenemos que ser capaces de cambiar nuestro enfoque y la mejor manera de lograrlo es cambiar las preguntas. Si nos hacemos la pregunta correcta seremos capaces de encontrar la respuesta adecuada.