“Algún día te darás cuenta de que es más importante ser amable que listo”

Esta promesa se la hizo a Jeff Bezos, CEO y fundador de Amazone, su abuelo cuando tenia 10 años y es la reflexión que él pide a sus alumnos de la universidad de Princeton.

Probablemente durante estos meses, muchos de nosotros, nos hayamos dado cuenta de la razón que tiene esta reflexión.

Es evidente que hablamos de dos cosas distintas, pero muy menudo se entrelazan y colisionan y es precisamente sobre esos momentos sobre los que Jeff Bezos nos invita a reflexionar.

La inteligencia es un don, algo con lo que naces. Tienes que desarrollarlo pero no hiciste nada para conseguirla. Ser amable, por el contrario, es una opción, algo que tú decides en cada momento de tu vida, no lo traemos de origen. La amabilidad tenemos que desarrollarla y aplicarla y, como todos sabemos, hay momentos en que puede resultar complicado.

Demasiado a menudo intentamos demostrar nuestro nivel intelectual a cualquier precio. Ser sarcástico o crítico es algo que consideramos como señal de rapidez y agilidad mental y no nos pararnos a pensar si es realmente necesario dejar a alguien en ridículo para demostrar nuestra valía.

Todos podemos ser amables, pero no siempre tenemos claro que esa sea la imagen que queremos dar. Es frecuente tener la idea distorsionada de relacionar la amabilidad con debilidad, servilismo o falta de confianza en uno mismo.

En algunas ocasiones, una falsa amabilidad puede esconder todas esas características pero, no estamos hablando de la amabilidad real sino de una careta que no engaña a nadie mucho tiempo.

La amabilidad real, esa que se ofrece sin buscar contrapartida, es una característica típica de las personas fuertes y con confianza en ellos mismos. Precisamente esa seguridad es la que les permite ser amables e interactuar con las personas de su entorno sin sentirse agredidos.

Ser amable es fácil. No se necesitan grandes cosas. Tiene que ver con una sonrisa, una palabra o un elogio. Gestos pequeños y gratuitos que, sin embargo, no tienen precio para quien los recibe y que son ahora más necesarios que nunca cuando el contacto humano es, por necesidad, menos frecuente.

Hacer que las personas de nuestro entorno se sientan bien es beneficiosos para ellos y también una de las técnicas más efectivas para subir nuestro nivel de autoestima, confianza y bienestar.

Una de las principales causas de la depresión es enfocarnos demasiado en nosotros mismos. Dar vueltas sin parar a nuestras preocupaciones, lejos de hacernos sentir mejor, puede hacernos caer en un pozo cada vez más profundo.

Dejar de mirarnos el ombligo para mirar hacia los demás y buscar cómo podemos alegradles el día, es una de las mejores maneras de generar la energía que necesitamos para salir de nuestro agujero particular.

Volviendo al comienzo de este post y al discurso de Jeff Bezos en Princeton, ser amables, no será siempre la elección más fácil, pero es sin duda la más inteligente si queremos dejar una huella de empatía y amor en el mundo.

Utilizando una frase de Maya Angelou, “la gente no recordará lo que dices, tampoco lo que haces pero, nunca olvidará como la hiciste sentir”