Actualmente estoy leyendo el libro Awaken the Giant Within de Tony Robbins. Como en todos los libros de este fuera de serie, el aprendizaje está garantizado, pero concretamente en este, utiliza una metáfora al hablar de la vida que me ha parecido tan visual y clarificadora que he querido compartirla.

Robbins, compara la vida con un río, concretamente habla del río Niágara. Para él, el principal problema de la mayoría de las personas es que entran en el río sin tener ni la más mínima idea de a donde quieren ir a parar y sabiendo poco de navegación.

En poco tiempo, se encuentran a merced de la corriente: acontecimientos corrientes, retos corrientes, miedos corrientes. Se convierte en parte de la masa y se dejan llevar en ese estado de inconsciencia hasta que el rugido de las cataratas les despierta y se encuentran en un bote de madera sin remos

Esa situación se podría haber evitado si hubieran decidido su destino río arriba, pero para la mayoría de las personas prever su futuro, definir lo que quieren y tomar las decisiones que les acerquen a su objetivo es algo impensable.

Son nuestra decisiones y no nuestra condiciones los que determinan nuestro destino. Una decisión comprometida y coherente, te proporciona la energía necesaria para cambiar radicalmente tu vida. El problema está en que la mayoría de las personas no tomamos las decisiones de esa manera. Somos tan flojos a la hora de decidir que lo que hacemos se parece más a un deseo declarado que a una decisión real.

Tomar una decisión consciente significa que ya no existe ninguna otra alternativa. El resto de las opciones desaparecen y solo queda sitio para avanzar hacia aquello que hemos decidido. Esa determinación lo primero que nos hará sentir es una gran tranquilidad, seguida de una incremento de la energía y de la sensación de que eres tú el que controlas tu vida.

Aunque no tengamos costumbre de hacerlo, podemos aprender a tomar decisiones de la misma manera que aprendemos cualquier otra habilidad. Son tres las cosas más importantes que debes tener en cuenta.

Toma más decisiones
Aunque parezca de perogrullo, a decidir se aprende decidiendo. Cuantas más decisiones tomes más fácil te resultará hacerlo.

Decide rápido
La toma de decisiones debe ser ágil y dinámica. No sirve de nada que nos pasemos la vida dando vueltas a las opciones para intentar convencernos de cual es el camino correcto. Esto no quiere decir que no analicemos la situación, el análisis es perfectamente correcto, el error está en quedarse en el análisis y eso es algo que muchas veces nos sirve de excusa.

Acepta que te vas a equivocar y aprende de ello
Para vencer el miedo a decidir, lo primero que tenemos que aceptar es que nos vamos a equivocar. Toma las equivocaciones como una manera de aprender lo que no ha funcionado. Recoge las enseñanzas que te ofrezca la equivocación y vuelve a empezar.