“El éxito tiene un 1% de inspiración y 99% de transpiración” Thomas Edison.

He querido empezar este post con la fórmula que Tomas Edison atribuía al éxito y es que, para alcanzar el éxito en cualquier área, no existen atajos, no hay milagros. Hay que trabajar duro.

Podemos aprender mucho sobre el éxito y como este sucede, estudiando a la élite, a los que que están actualmente en la cima. Cuando somos capaces de entender que es lo que ha hecho de especial para estar donde están, podemos aplicarlo, con más o menos fortuna, al resto de los humanos que nos gustaría seguir sus pasos.

Anders Ericsson, psicólogo y profesor de la Universidad de Florida, dedicó mucho tiempo de su vida a estudiar a está élite. Estudió a los mejores en distintos campos y pudo ratificar una y otra vez que, el éxito, no se debía al talento innato, no podíamos atribuírselo ni a los genes ni a los dones divinos, sino al trabajo duro y continuado.

El comportamiento es critico para alcanzar el éxito. Es muy difícil, incluso imposible, alcanzar el éxito a través de la teoría. Si mi objetivo es llegar a ser el mejor jugador de golf, podré utilizar mi imaginación y visualizarme una y mil veces haciendo el swing perfecto, eso me puede ayudar pero, al final, tendré que dar 20.000 o 30.000 bolas hasta que el swing  quede grabado en mi cerebro.

El mito del talento, que todos tenemos interiorizado y que nos creemos con lo ojos cerrados, procede de esos casos tan raros y escasos como el de Mozart. Todos sabemos lo que hizo Mozart. Todos sabemos que su talento para la música era mayor que el de todos nosotros juntos, pero, quizá, lo que no tengamos tan claro es que si no hubiera pasado horas y horas practicando, ese talento tan espectacular no habría dado los frutos que todos conocemos.

Con esto no pretendo convencer a nadie de que el talento no sea importante, lo que quiero decir es que si queremos desarrollar nuestro talento tenemos que dedicarle horas y cada vez más estudios fijan las 10.000 horas de práctica como las necesarias, en promedio, para sobresalir en cualquier campo

En palabras de Malcom Gladwell, autor del libro Outliers, “Aún Mozart, el prodigio de todos los tiempos, no alcanzó su mejor nivel hasta que hizo las 10.000 horas de práctica. La práctica no es algo que haces cuando eres bueno, la práctica es lo que te hace bueno”.

Hay mucho talento y potencial en el mundo desperdiciado precisamente por no haber tenido la constancia para dedicarles las horas necesarias para hacerlo florecer. Si quieres desarrollar tu talento, no existen los atajos, la primera condición es que le dediques horas y la segunda es que lo hagas de manera inteligente y para hacerlo de manera inteligente hay tres cosas a tener en cuenta.

Motivación: Llegar a destacar en algún área, con independencia del área que elijamos, es muy difícil. La motivación es importante para afrontar los reveses del camino, tenemos que estar motivados para sobreponernos a los fracasos y aprender de ellos.

Aprender de los mejores: Busca quien te pueda enseñar y busca entre los mejores. Si quieres ser un experto en algo, aprende del mejor que esté a tu alcance.

Más no es siempre mejor: Tenemos que trabajar duro, pero no convertirnos en máquinas. Diversos estudios han demostrado que 4-5 horas de trabajo al día es el tiempo de trabajo optimo.
Tenemos que dejar de ser corredores de maratones y convertirnos en en los mejores sprinters.