Tenemos una manera muy curiosa de valorarnos. El otro día comí con una buena amiga, lo está pasando mal en el trabajo y a pesar de que lleva tiempo queriendo cambiar no encuentra nada que la satisfaga.

Precisamente, me hablaba de una oferta que la había gustado mucho. El trabajo era nuevo y retador pero el salario que le ofrecían era algo menor del que estaba ganando en ese momento. La pregunté si no le compensaba cambiar a algo que la ilusionaba aunque inicialmente ganara menos y, en contra de lo que podía esperar, su respuesta fue, “sí, me habría gustado, pero saben lo que gano y creo que de haber aceptado podrían haber considerado que me quitaba valor”

¡Curioso! Consideramos que cambiar de un trabajo a otro que nos gusta más pero que nos pagan menos, es un síntoma de minusvaloración, pero aguantar día tras día en un sitio donde no quieres estar, sintiéndote desmotivada y poco valorada, eso no es minusvalorarse, ¡eso es normal!

Este no es ni mucho menos un caso único, es algo que está muy generalizado, por eso se ha convertido en “normal”. Tenemos una gran confusión con los criterios que utilizamos para fijar nuestro valor. Lo basamos en la nómina que recibimos a fin de mes. Tanto cobras, tanto vales. Y no dudamos en traicionarnos si nos pagan por ello.

¿Dónde quedan nuestros valores y el respeto por nosotros mismos? ¿Dónde está el querernos y el respetaros como personas? Se nos llena la boca hablando de los derechos humanos y ni siquiera respetamos los nuestros. Debemos de estar muy enfermos cuando somos capaces de acallar nuestros sentimientos a cambio de un buen sueldo.

En este mundo en el que nos movemos hay que ser muy valiente para elegir vivir con la cabeza alta. Nos han enseñado que el tener una buena posición económica es importante pero nadie nos ha dicho nunca que fuera a costa de nuestra propia integridad.

¿Te has parado a pensarlo? Si tú eres de los muchos que estás dejándote en el trabajo mucho más que horas, quizá te convendría revisar tus principios y valores. Párate un segundo y asegúrate de que sean los correctos.