¿Cuándo fue la última vez que te quejaste de algo? De tu suerte, de tu salud, de tu jefe…
Hablar desde la queja es algo muy común en nuestra sociedad. Nos ponemos en el papel de víctimas, eludimos toda la responsabilidad y echamos balones fuera.

Todos, en algún momento, interpretamos este papel en alguna medida pero tenemos que reconocer que existen grandes expertos en escurrir el bulto y en hacer que sean otros los corran con consecuencias.

Hay quienes, pase lo que pase, evitan que la responsabilidad pueda recaer sobre ellos. Son expertos en atribuir culpas a su entorno o a sus circunstancias. Desde la crisis, hasta su pareja, cualquier cosa vale con tal de no ser ellos los culpables de algo.

En la mayoría de los casos, detrás de la creación de excusas se esconde un miedo extremo a equivocarse. Asumir ese riesgo no es fácil para nadie. Es mucho más fácil echar la culpa a otro de lo que no ha funcionado o simplemente evitar la equivocación haciendo que  sea otro el que tome las decisiones difíciles.

El papel de víctima, aunque haya para quien pueda tener alguna ventaja, es una manera de empequeñecernos ante el mundo y ante nosotros mismos. Todos conocemos a alguien así y aunque podamos en algún un momento llegar a compadecerlos, probablemente la opinión que tengamos sobre ellos no sea la mejor.

El único antídoto para el victimismo es tomar responsabilidades de nuestros actos y en lugar de utilizar nuestro tiempo en buscar excusas, utilizarlo en aprender de las equivocaciones.

Para Nathaniel Brandon, psicólogo canadiense, asumimos la idea de tomar responsabilidades tan pronto como entendemos que nadie va a venir a rescatarnos de la situación en que nos encontremos.

Cuando nos damos cuenta de que nadie va a venir a salvarnos y de que hacer que las cosas cambien solo depende de nosotros, es cuando estamos dispuestos tomar responsabilidad sobre nuestra vida. En ese momento podemos tomar el control y hacer lo que esté en nuestra manos para hacer lo mejor.

No hay nada que nos produzca una mayor sensación de bienestar que sentir que tenemos la vida bajo control. Sentir que controlamos lo que pasa, que somos capaces de actuar, de tomar decisiones y de asumir sus consecuencias, es algo que nos aporta seguridad, orgullo y confianza en nosotros mismos.